Otra gente se prosterna ante imágenes de yeso o de madera para elevarse espiritualmente. Los tehuelches lo hacían sobre todo al amanecer, y también al atardecer. Ese era el momento en que la propia naturaleza dispuso con todo esplendor para que las personas se desvinculen de lo cotidiano y se recojan en sí mismas para encontrar nuevos valores y nuevas fortalezas. La meditación y la visualización de la belleza del Universo en toda su plenitud los armoniza, los equilibra, los energiza, los serena y los integra.
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