martes, 7 de abril de 2009

KOOCH: Dios Mayor

El Mito de Origen es siempre una declaración de principios.
La creación era atribuida a un SER que siempre existió. En un principio vivía rodeado por densas y obscuras neblinas "allá donde se juntan el cielo y el mar".

Kooch siempre existió; no tuvo nacimiento ni principio. Era como el aire. Nadie podía tocarlo; tampoco existía otro para verlo ni para tocarlo.
Desde el principio de todo Kooch estaba rodeado de tinieblas.
Como vivía solo y rodeado de tinieblas desde la eternidad, nada podía ver y esa situación le entristeció de tal manera que comenzó a llorar largamente, con un llanto profundo e interminable. De las lágrimas que brotaban de sus ojos se formó el mar primitivo, ARROK, primer elemento de la naturaleza, donde comenzó a gestarse la vida para poblar el futuro mundo.
Cuando advirtió que el agua brotada de sus ojos seguía en constante aumento, dejó de llorar y dio un profundo suspiro. Ese suspiro originó el viento, que disipando las obscuras neblinas, dio lugar al nacimiento de la claridad "igual que ahora aparece el día después de la noche en el lejano horizonte". Eso le causo gran alegría, despertando sus ansias de seguir creando los restantes elementos que formarían el mundo.
Creó todo con vida, hasta las piedras tienen una forma de vivir. Kooch había creado el mar con sus lagrimas y había disipado las tinieblas a su alrededor, pero a lo lejos continuaban y ello le impedía ver a su mundo desde la distancia aun habiéndose alejado más y más, hasta que de pronto alzó la mano realizando un rápido movimiento con que rasgó la oscuridad de la que brotó una gran chispa, la que continuó el giro de su mano, logrando disipar las tinieblas. Pudo entonces ver el maravilloso mundo alumbrado por aquella chispa, a la que llamó Xaleshen (Sol).

Creados los tres elementos del espacio, el Viento, la Luz y las Nubes, KOOCH hizo surgir del seno del mar primitivo una isla muy grande sobre la cual creó la vida perecedera, es decir: las aves, los animales, los insectos y los peces. A fin de admirar aquella maravillosa obra de KOOCH, el Sol enviaba luz y calor; las Nubes llevaban la lluvia bienhechora y el Viento se encargaba de sembrar las semillas de los pastos.

La vida se desenvolvía en forma pacífica en la isla de la cosmología Tehuelche, hasta que aparecieron los gigantes, seres monstruosos y perversos. Fue entonces que el pueblo emigró a la Patagonia.

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